domingo, 29 de junio de 2008

In fraganti


López Gómez, la calle, la acera, vertebrando la vieja universidad con la Plaza España, cuántos recuerdos, cuántos paseos, cuántos recorridos. Quién me iba a decir que algún día Rayuela estaría allí.



Entrar en Rayuela nada más abrir la librería y pillar al personal in fraganti. Charo...guten morgen, bonjour, bon dia, buenos días...


Leticia colgada del teléfono, alguien que la incordia de par de mañana.

Charo, entre el móvil que no cesa mientras abre el ordenador...Pedidos, facturas, mensajes, puesta al día de novedades y devoluciones si ha lugar...



Entre la contabilidad y la limpieza...Tiempo para la administración y para ordenar el nuevo día.
Luis debe estar por el almacén. Inma libraba el sábado.Y Samuel va a otra bola y no se le ve a cualquier hora. Otro día les pillaremos.


Pero el repaso por la tienda es circular, en su cuadrángulo. Un recorrido llano, donde no hay roturas de continuidad, donde se pasa de una sección a otra sin agobios ni escalones ni fronteras. El troncocono invertido de azul es como un rayo minoico. Las estanterías te llevan de unas a otras secciones y los estantes de pie no ponen trabas. Los colores del techo y de las paredes incorporan viveza y alegría a un mundo donde las palabras registran todos los colores de los significados y de las expresiones. Como la literatura misma, como la indagación, la imaginación, los descubrimientos. Plural y pigmentaria, Rayuela respira vida propia. Primera hora de la mañana, los espacios ordenan el surtido de los libros. Un mundo que acoge muchos mundos. Donde atreverse, donde soñar, donde precipitarse catárticamente porque la necesidad del vivir de cada día nos reclama un conjuro: leer.







5 comentarios:

A.Ruiz dijo...

La calle López Gómez sería una de las más áridas de la ciudad sino fuera porque en ella está esa isla de amigos y libros que se llama Rayuela.
Tengo allí también (en la calle López Gómez, digo) un editor de pro, y otro par de remansos placenteros adonde acudir cuando los días son malos y las noches, peores.
Así que retorno a la calle tan oscura casi a diario, porque está luminosa en mis adentros y me ilumina cuando me oscurezco y me anima cuando me consumo.
In fraganti, así me gusta la buena gente de Rayuela.

Anónimo dijo...

Caminas atribulado, sin saber bien dónde vas ni qué esperas, y de repente, sin saber cómo, estás dentro de la librería Rayuela y todo empieza a ir mejor y el mundo es más amable y más lógico.
Y encuentras a los amigos in fraganti y a los libros en fragante.
Gracias por estar ahí.

Diego Fernández Magdaleno dijo...

Charo y Leticia, estupendas.
Saludos,
Diego

Anaïs dijo...

Pero qué guapa está mi mami, y si es in fraganti, más! Aunque también estaría bien un reportaje de la gente que visita Rayuela, los que entran a a ver qué es eso, los que entran cada vez que necesitan oxigenarse y a los que en ocasiones hay que echarles. Fotos de todos ellos in franganti, buscando y rebuscando por los libros...

Anónimo dijo...

Cuando un lugar, un espacio, se convierte en tu casa, y tienes varias de esas casas, pienso... ¡qué suerte tengo...!
Si en ese lugar huele a papel impreso, a esos olores distintos pero parecidos, y ojeas historias reales e inventadas, ves fotos sorprendentes de esa vida que pasa a tu lado y no ves, en un instante has desconectado de tu estrés.
Escuchas música y recibes el cariño de quien menos esperas ver, de ese desconocido que te presentan en el acto, y pese a mi timidez, en seguida congenias, porque los "Rayuelos" tenemos un poso común, un poso difícil de explicar, pero una esencia de algo, del tiempo y la vida, del amor y la felicidad, de compartir amor, dolor y alegría, un algo de vida que otros transeúntes olvidan pidiendo sólo la última novedad que además sea best seller.
Sólo entrar y oler a libro, me cambia el ritmo y el espíritu. Si Luís me aprieta la mano como si no lo hibiera visto desde hacía un año, cuando estuve con él ayer, si encima te dan besos y me encuentro a Ana Ruiz, con o sin marido, a César, a Joaquín, al socio de no sé quién, a un lector que como nota de color es travesti, pero ante todo lector, a Anais exhuberante en su plena belleza, a Ana Carras, Eduardo Fraile, o vete a saber quien.... ¡qué más puedes pedir!
Solo con la soledad de las estanterías llenas de libros y olor a pepel, soy feliz. Si Charo te besa y te abraza... la felicidad es total, con permiso de Juanjo.
Alberto