lunes, 7 de julio de 2008

Cerca, lejos, aquí, allí...




Sólo soy feliz yéndome
no entre cuatro paredes con sus sendas espadas,
sino entre aquí y allí, una casa y otra,
ajenas ambas preferiblemente…

Así comienza Juan Vicente Piqueras este viaje, con Ida. Primer capítulo de los tres que componen Adverbios de lugar. Un libro que no en vano lleva ese nombre ya que con un ritmo vibrante desgrana cada uno de esas partes de la oración que modifican, precisan, matizan, marcan y sellan, este verbo de ser y estar en el que navegamos inevitablemente. Adverbios de lugar es un viaje hacia el interior de sí mismo, un recorrido atrevido, en el que el autor consigue no sólo acercarnos al templo íntimo de ese niño hecho hombre que nace en una aldea valenciana y ejerce el difícil oficio de vivir huyendo, sino también de reconducirnos y hacernos juez y parte de la salvaje experiencia de búsqueda a la que llama Sed y escuchamos a lo largo de todo el trayecto en primera persona.

Lo mismo que las calles conducen a otras calles,
los pasos a otros pasos y la sed a nosotros,
la incierta claridad de la mañana
ilumina el cansancio
de buscar sin descanso a quien nos busque


El autor se enfrenta a su reflejo; se reconoce continuamente en la propia inseguridad, en el abismo de saberse equivocado, imperfecto pero vivo; en el desafío de nombrar una verdad sin máscaras; en la acritud de vivir en las antípodas de lo soñado.

Nadie es perfecto, claro y nadie sabe
que por eso está vivo, que le debe
la vida a sus defectos, que vivir
es tarea de astutos de cobardes

Todo el libro es un extendido tránsito a través de la infancia y de los años que desembocan en la tercera y última parte del poemario. Tal vez, y sólo tal vez, la parte más valiente de su viaje: La Vuelta .

Nadie nos dijo nunca, y lo sabemos,
que no hay viaje que no sea un retorno
a la Ítaca de la infancia,
a la isla que somos y no existe


Piqueras utiliza con una sensibilidad desgarradora los márgenes de las palabras, los verbos, los adverbios de lugar que se mecen incesablemente como un oleaje a fuego lento: Cerca, lejos, aquí, allí… tomándonos así, haciéndonos libres y presos a un tiempo, de ese sentimiento de no encontrar el lugar al que pertenecemos, sino una tierra de paso. De explorar el origen de la sed; la necesidad de partir, de habitar el puerto en nosotros con un mapa, unas coordenadas y establecer un puente entre interior y exterior. Un lugar sin límites donde siempre seamos pasajeros.

Aquí hace sed de irse, sed de allí
pero allí es el lugar donde jamás podré estar,
donde yo soy imposible. Vaya donde vaya,
allá donde yo llegué será aquí


La voz errante de Juan Vicente Piqueras en este libro es para mí como una segunda piel de la que no puedo desprenderme.



Breve Biografía
Juan Vicente Piqueras poeta y profesor de la lengua castellana en el extranjero. Hoy Jefe de estudios del instituto Cervantes de Atenas en donde reside desde hace pocos meses. Autor de varios libros entre otros "La edad del agua" (2004), "Adverbios de lugar" (2004) y "Aldea" (2006). También ha traducido a Tonino Guerra

http://juanvicentepiqueras.com/



Victoria Díaz


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha impresionado -me está impresionando- sobre manera este libro de Piqueras, del que sólamente conocía algunos poemas de "Teoría del horizonte" publicados en la Revista Atántica de Poesía. Tengo la sensación de que los poemas de "Adverbios de lugar" son como piedras en el camino que se van dejando atrás con el fin de regresar...¿a Ítaca? ¿al útero materno? ¿al eterno recomenzar? La búsqueda de Piqueras -el origen, los viajes, los encuentros, el amor, la vida rutinaria, las rupturas, las incertidumbres, los pesimismos, las esperanzas infundadas...- está impregnada de la del común de los mortales, sólo que él la prospecta ingeniosamente y levanta acta notarial con una sintaxis particularísima, con una fijación imaginativa y juguetona atrapada en el lenguaje y sus dones, con un acercamiento de la geografía, los espacios cotidianos, los territorios soñados a la vida. Me sorprendo a mi mismo en la apetencia de leer y releer su Ida, su Vuelta y entre ambas, bebiendo en su Sed. Porque uno siente ese recorrido de "Adverbios de lugar" como si fuera su propio recorrido.

Anónimo dijo...

No estaría mal que reprodujerais algún poema de este Piqueras. Tanto comentario además de promover la localización de algun libro suyo apetece verlo en La Maga también. Es una sugerencia que algunos veríamos con agrado. Enhorabuena por la página que, poco a poco va tomando tono.