FANTE, O EL OBSERVADOR PERPLEJO
La primera edición de las obras de John Fante (ocho novelas) se hizo en España cuando ya había muerto. Corría el año 1988, cinco años después de que este guionista de Hollywood dejara estos lares. El reconocimiento literario, como sugiere irónicamente en su narrativa, tampoco le llegó parejo a su escritura en EE. UU., sino siendo ya abuelo. Ahora Anagrama reedita sus novelas y resucita para los lectores a este ácido, lúcido y perplejo observador de la familia americana de los años cuarenta y cincuenta. Es la cara ‘b’ de esa clase media que se ha ganado su tranquilizadora mediocridad en oficios de cuello blanco, que la preserva en sus barrios residenciales y cuyos cachorros, como manda la madre naturaleza, la dan un buen revolcón. Fante convirtió a Bandini, protagonista de su trilogía más célebre, en su alter ego, en emisor de sus juicios y actor de sus vodeviles domésticos. Sin embargo en esta ocasión nos quedamos con ‘Llenos de vida’, la última obra reeditada.
La primera edición de las obras de John Fante (ocho novelas) se hizo en España cuando ya había muerto. Corría el año 1988, cinco años después de que este guionista de Hollywood dejara estos lares. El reconocimiento literario, como sugiere irónicamente en su narrativa, tampoco le llegó parejo a su escritura en EE. UU., sino siendo ya abuelo. Ahora Anagrama reedita sus novelas y resucita para los lectores a este ácido, lúcido y perplejo observador de la familia americana de los años cuarenta y cincuenta. Es la cara ‘b’ de esa clase media que se ha ganado su tranquilizadora mediocridad en oficios de cuello blanco, que la preserva en sus barrios residenciales y cuyos cachorros, como manda la madre naturaleza, la dan un buen revolcón. Fante convirtió a Bandini, protagonista de su trilogía más célebre, en su alter ego, en emisor de sus juicios y actor de sus vodeviles domésticos. Sin embargo en esta ocasión nos quedamos con ‘Llenos de vida’, la última obra reeditada.
Publicada en 1952, eran tiempos de proles más abundantes que hoy, cuando los niños –por ejemplo en España- han pasado a ser una especie en extinción. Y un joven Fante, o su protagonista, va a ser padre por primera vez. Es un guionista del séptimo arte, curado de vanidad (“en el cine no hay derechos de autor. Si tienes lo que les interesa en el momento, te lo compran y a buen precio”), cuya primera lectora es su esposa y que ha alcanzado cierta independencia en la vida –ha comprado una casa, median los suficientes kilómetros entre esta y la de sus padres, se ha sobrepuesto a la tradición católico-italiana de sus ancestros, y está a punto de fundar una familia-. Esto último conforma el hilo de ‘Llenos de vida’, el embarazo que hace tambalear los logros. Su compañera cambia sus textos por manuales sobre la crianza de los bebés y pierde a su lectora más fiel. La casa está invadida de termitas lo que le obliga a pedir ayuda a su progenitor, a ir a buscarle a Sacramento y a que el viaje mida la, a ratos insalvable, distancia entre la forma de estar en el mundo de ambos. Y mientras, el principal ‘enemigo’ de su estabilidad, creciendo en la barriga que duerme a su lado y que acaba echándole de su cama. Por si todo esto, que Fante cuenta a través de hilarantes situaciones acompañadas de cierta piedad, fuera poco, a su esposa le entra la necesidad de hacerse católica. El inesperado entendimiento entre suegro y nuera es la puntilla al mundo de Fante.
El embarazo, ese misterioso tiempo de cambios incontrolables, visto desde la perplejidad de él y el protagonismo de ella es el detonador de esta historia, digna de ser regalada a todos los que pasan por ese trance. Hay universales que no cambian y prejuicios que se perpetúan más allá de idiomas y sociedades.
Los ‘clasificadores’ literarios relegan ciertas obras como esta a la condición de ‘menor’. Puede que lo sea si sólo se atiende a la creación de mundos, al ejercicio de la imaginación. Sin embargo ‘Llenos de vida’ tiene la ternura de quien describe la realidad tal cual la vive y siente, a pesar de lo poco correcto que es mostrarse contrariado con las consecuencias de sus deseos si este es perpetuarse en un hijo. No anda sobrada la literatura de testimonios así.
Viernes
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1 comentario:
Vaya, parece interesante. Yo leí hace tiempo "Pregúntale al polvo", sobre la que hicieron una película, y "Al oeste de Roma". Me lo descubrieron, no tienen pérdida, aquella más autobiográfica y ésta más irónica y sarcástica. Poco a poco se ha ido conociendo a este viejo guionista de Hollywood, se lre ha recuperado. Gracias por el comentario.
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