miércoles, 23 de julio de 2008

La sed de Piqueras


Los poemas de Juan Vicente Piqueras son la descripción de sí mismo. Del hombre que mora dentro del hombre. La doble consistencia. Tal encarnadura tienen que con sólo leerlos ya ves su alma, y esto es una revelación. Pero su alma no es sencilla, a veces ni siquiera acogedora. Y en el desgarro de sus descripciones se halla el hombre complejo, contradictorio, pero sincero. Los poemas de Adverbios de lugar te hacen regresar una y otra vez a su relectura. Entonces descubres que dejan de ser palabras, sintaxis, composiciones, para ser algo más: texturas donde se tocan el sentido profundo del ser. Y como ese sentido lo tiene cada lector, por mor de sus experiencias y de su vida, los poemas obran como manifestación del alma de cada receptor. Y te alcanzan, te atraviesan, toman tu delegación...



Vasos de sed


Si dudas de tu sed, si no te atreves
a preguntarle o a ponerle un nombre,
si sólo sabes que buscas un agua
que la sacie y no hallas sino pozos,
y en ellos ecos que te llaman, bebe.

Si la sed al beber desaparece
es que era sólo sed. Sigue buscando.

Pero si crece en ti cuando la sacias,
si quieres no dejar de tener sed
sino seguir bebiendo día y noche
vasos de sed, no hay duda:
puedes llamarla amor, seguir sufriendo,
y saber que no existe quien te guía.





¿Es la incomprensión de uno mismo lo que desgarra a los humanos? Si en la vida cotidiana de cada ser ello está latente, ¿de qué manera no puede saltar en esa mano tendida que son las relaciones que ansían materializar el amor entre dos seres? Los amantes tienden a una sujeción que les mantenga, que les explique, que les permita avanzar no sé sabe bien siempre hacia dónde, pero que se desea clave para su consistencia interior. A veces quiebra, a veces duda, a veces estalla sin saber por qué. La fuerza del amor es potente pero también se rasga con frecuencia porque no está desprovista de fragilidad. La fuerza del amor es sobre todo una apuesta, donde se despliegan demasiadas estancias de la vida de cada contendiente amoroso que no siempre se sabe ocupar acertadamente. Y surge el choque, la desolación. Y luego el poeta que cada uno lleva dentro en mayor o menor medida, trata de advertirlo con un acto de conciencia singular y catártico...



Dos islas


No hago vida de mí. Cuando estoy solo
no hago vida de mí. Te necesito
a cada instante, siempre, incluso cuando
no sé quién eres tú ni dónde estás
ni qué quieres de mi. Cuando estoy solo
siento que estoy en mala compañía.
No sé hacer vida de mi soledad.
Pero no sé tampoco no estar solo.
No sé de mí sin ti. Te necesito
tanto como te temo. Amo tus manos
tal vez porque no están. Amo el abismo
abierto entre nosotros (¿qué es nosotros?),
que no existimos. Busco otro pronombre
que no sea tú ni yo, nosotros, nadie,
una especie de yu, de to, de tuya
de Mogador para tallar la barca
de madera y mentira
donde huir dónde, juntos, deseándonos.

Somos dos islas una frente a otra
que aman el mar que las separa y une.


La conciencia del amor herido puede llevar al poeta a una especie de autoflagelación, cuyas consecuencias no se miden cuando tienen lugar...




Necesito heridas


Yo necesito heridas para ser
quien soy, flechas y fechas
que se claven en mí, dolor sin causa
para poder quejarme
de mi destino, pena pretendida,
martirio amado, sed de sangre, gozo
de morir a mis manos enemigas
que me desean muerto para amarme
y desde mí me atacan y convierten
mi terror en trinchera y mi tristeza
en estrategia para derrotarme.

Yo necesito heridas para ver
con ellas -ojos rojos- la batalla
En que perezco a manos de mi mismo.






Deseamos que esta breve muestra de Adverbios de lugar satisfagan a algunos amigos de Rayuela y les anime a acercarse a la obra de Juan Vicente Piqueras. Dice Carlos Edmundo de Ory de Piqueras: “Cuando las entrañas del poeta son cristalinas, la sangre de su poesía es pura agua. Hablar con claridad de llanto y de suspiro es ululato, cunea india, saloma desolada. Música dolorismo, pone el dedo en la llaga del espíritu y su poesía es seria, casi santa, melopeya del ser. Y la leemos escuchando su voz errante, beduina, desamparada, cantándonos sus sueños de insomne, llevando a cuestas el saco de carbón de la nostalgia de la vida como fue, como podría haber sido. Escuchamos a un niño arrojando palabras al camino para no perderse, para encontrar la senda del retorno, al acecho de rumbos aéreos, pidiendo puertos, recorriendo tierras remotas, tasmanias el alma.”



Joaquín Ruiz


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Juan Vicente Piqueras ha sido todo un hallazgo para mí, he disfrutado con todos sus poemas, como se suele decir es poesía en estado puro sin contaminaciones. Destacaría todos porque son geniales pero hoy quizá me inclino por dos especialmente.

SAFARI MENTAL

Armado de más miedo que valor
me fui, en un mes de agosto, de safari mental.

Cacé tigres que eran necesidades,
trepé jirafas, admiré gacelas,
avisté mi final,malherí un ñu,
les pregunté por ti a los elefantes

Alguien me había dicho que la dicha
era feroz, felina. Fui a buscarla.
Quise cazarla y enjaularla en mí.
Nadie me había explicado que se trata
de una bestia que,presa, desfallece
y solamente sobrevive lejos.

Un día no sé donde
leí que yo era Africa y ahora
vago en la selva de lo que no sé.


TORNAVIAJE

Nadie nos dijo nunca, y lo sabemos,
que no hay viaje que no sea un retorno
a la ítaca ardida de la infancia,
a la isla que somos y no existe.

En mis manos la luz
antigua del pasado que me espera,
su pasión y sus rumbos. En la página,
la huella dactilar de la memoria.

Nadie nos dijo nunca
nada sobre esta nave de nada que nos mece
como unamadre mala, sobre el tiempo
que va al revés y raudo
del engaño de la palabra siempre
al desengaño de lo que jamás.

Miro mis manos como quien no entiende.
Busco en ellas las vía del retorno.


Gracias Joaquín por descubrirnos estas joyitas de la literatura y compartirlas con nosotros en este blog que sin ti no sería posible.
Sabes que todos los rayuelos te queremos yo todavia más.

Charo

Anónimo dijo...

Se trata, Charo, precisamente de eso: de darnos a conocer obras o, como tú dirías, de regalarnos joyitas. Ha habido siempre alguien antes que nosotros que ha leído y nos ha transmitido un relato genial. Y nosotros reproducimos el estilo del lector aficionado dándolo a conocer a otras personas. Boca a oído, o como se quiera llamar, ese es el objeto de revelarnos las cosas hermosas que literariamente se nos conceden. Gracias por todo.